¿Qué cosas te dices cuando piensas sobre ti? ¿Qué “etiquetas” pones a los demás? ¿Te juzgas con dureza? ¿Eres autocomplaciente? ¿Tratas de aceptarte tal y como eres, manteniendo la objetividad y valorando en su justa medida cualidades y defectos? ¿Asumes tus limitaciones y las de los demás como parte natural de ser “humanos”? ¿Confías en ti, en tu capacidad para afrontar los desafíos de la vida o te sientes incapaz de abordarlos? ¿Te consideras una persona digna, valiosa, merecedora de cosas buenas, de ser feliz? ¿Te torturas subrayando errores y/o culpas? ¿Evitas pensar en estas cuestiones por miedo a las respuestas? ¿Asumes la responsabilidad de tus pensamientos, sentimientos, comportamientos, decisiones o “lanzas balones fuera” señalando a los demás como los culpables?

“Eres un fracaso”. Imagen recuperada de la página cinismoilustrado.com
Vayamos un poco más allá ¿Con qué palabras se han construido tu autoestima, tu identidad, tu personalidad? ¿Te han dicho/ transmitido que eres un fracaso o te alientan a creer en ti?
Familiares, profesores, amistades, compañeros, parejas, jefes,… ¿qué etiquetas o adjetivos te han puesto (con mejor o peor intención) a lo largo de tu vida? ¿Han sido agradables o desagradables? ¿Te han aportado valor para explorar el mundo y la vida o te han hecho sentir miserable? ¿Qué peso han tenido en tu historia, en tu foco de atención, en tus decisiones? ¿Te las creíste y las asumiste como una descripción de quién eres? ¿Con cuáles te defines?
Todos ponemos etiquetas constantemente, de manera casi automática, pero muchas veces les quitamos importancia y no tenemos en cuenta el efecto que algunas de ellas pueden generar.
Con las palabras nos comunicamos, hacia fuera (con los demás) y hacia dentro (con nosotros mismos). Con las palabras construimos la imagen que tenemos de nosotros mismos, de los demás, del mundo.
¿Qué sientes por ti? ¿Te quieres y te valoras? ¿Te rechazas? ¿A veces estás feliz de haberte conocido y otras veces te desprecias? ¿De qué depende?
Todas estas preguntas no son para hacernos sentir mal. Continuamos en fase de auto-observación y análisis. En el trascurso de los 53 retos de la Revolución Almogrote descubriremos maneras de aceptar cómo somos (sin maquillar la realidad, sin contarnos mentiras y sin torturarnos), reafirmar quiénes somos, analizar sin juzgar y modificar aquello que nos disgusta y que podemos cambiar (evolucionar). Daremos un giro. Por ahora observamos, reflexionamos y actuamos llevando a cabo los retos.
RETO 8: REGISTRO DE ETIQUETAS.
Esta semana vamos a convertirnos en investigadores; expertos buscadores o rastreadores de etiquetas y sus efectos. Prestaremos atención, con la curiosidad y objetividad de un científico, a las conversaciones que nos rodean en nuestro día a día y registraremos los adjetivos que los demás nos dicen a nosotros, los que nosotros decimos a los demás y los que otras personas se dicen entre sí. Nos fijaremos en si son agradables o desagradables y en la reacción que genera en quien las recibe.
Por ejemplo: Voy en el tranvía y un señor le dice a su hijo “Eres un VAGO”. Registro la etiqueta “vago”, que es desagradable, y la reacción del niño: se enfadó o se puso triste.
Otro ejemplo: Me encuentro con un amigo, le enseño mi último trabajo, me dice que está “GENIAL” y me siento orgulloso. Anoto: “genial”, agradable y orgullo.
Último ejemplo: Voy caminando con un vaso de agua en la mano, mi hermano tropieza conmigo sin querer, se derrama el agua y, de manera automática, le grito ¡IMBÉCIL! Registro: “imbécil”, desagradable, enfado o tristeza.
Cuando finalice la semana, analizaremos el resultado de nuestra “investigación”.
Si lo deseas, no dudes en compartir tus retos, preguntas u opiniones en los comentarios de cada artículo o en nuestras redes sociales. Podrás encontrarnos en Facebook, Twitter e Instagram.
Próximo lunes, próximo reto.
Maravilloso… Un trabajo que hace tiempo realizo..
Me gustaMe gusta
Qué agradable es rodearse de personas que prestan atención a las palabras e intentan cuidarlas, sin dejar en ningún momento de decir lo que piensan. Cuando uno consigue ese equilibrio (o trata de mantenerlo), se nota y se agradece. Es un placer que te sumes a la Revolución Almogrote
Me gustaMe gusta
Gracias a ustedes por prestar este servicio tan necesario.
Me gustaMe gusta
Mil gracias por esta iniciativa
Me gustaMe gusta
¡Gracias a ti por participar y comentar!
Me gustaMe gusta